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A mi hijo le han diagnosticado diabetes tipo I. ¿Y ahora qué?

A mi hijo le han diagnosticado diabetes tipo I. ¿Y ahora qué?


¿Qué problemas se puede encontrar un niño con diabetes en su vida diaria? ¿Qué implicaciones psicológicas de este tipo de diabetes puede tener en los niños? Sigue leyendo para saber cómo la diabetes influirá en la vida de tu hijo o hija.


La diabetes tipo I, también conocida como diabetes insulinodependiente, es el resultado de la destrucción autoinmune de las células ß, que son necesarias para producir insulina. La insulina, es necesaria para mover el azúcar (glucosa) dentro de las células y que no se quede en la sangre. Por tanto, resulta esencial para el crecimiento, la actividad, la cicatrización de heridas, los depósitos de grasa y el funcionamiento del cerebro. Por todo ello, las personas con este tipo de diabetes necesitan proporcionarse a diario insulina, ya sea a través de inyecciones o con una bomba de insulina.

La causa exacta de este tipo de diabetes aún no se conoce pero la hipótesis que tiene más fuerza es que el sistema inmune ataca por error las células que producen insulina cuando se da una infección o cualquier otro contratiempo.

Esta diabetes suele aparecer en la mayoría de ocasiones entre los 10- 15 años, aunque cada vez se ven más casos que se inician y diagnostican antes de los cinco años. Este tipo de diabetes resulta de una combinación de una predisposición genética y de factores ambientales y según los expertos a día de hoy no es posible prevenirla.

Actualmente no hay cura para la diabetes tipo I, sin embargo, los pacientes con dicha enfermedad pueden vivir con una buena calidad de vida si manejan la enfermedad de manera adecuada.

En este artículo pretendemos acercaros un poco a las afectaciones más psicológicas de las personas que padecen esta enfermedad y sus familias, sin entrar en los aspectos médicos que serían competencia de profesionales de la medicina.

¿Qué problemas se puede encontrar un niño con diabetes en su vida diaria?

Pueden aparecer complicaciones médicas, cambios en la rutina familiar, trastorno del comportamiento, conflictos sociales (escuela), comparación con los iguales, necesidad de estar pendiente de inyectarse la insulina, nueva adaptación, controles diarios de niveles de glucosa (antes de hacer actividades físicas, comer,  etc.), privación de alimentos, frustración (expectativas de futuro), conductas negativistas y problemas emocionales.

Es fundamental para evitar las crisis o problemas que aparecen en la adaptación y mantenimiento a las exigencias de su nuevo estado de la persona con diabetes, sea cual sea su edad o circunstancias, una completa, adecuada y continua educación diabetológica (conocer la enfermedad, síntomas y atender a una buena dieta, ejercicio físico y medicación, en este caso la insulina) ya que es la única alternativa posible y la piedra angular en todo programa de tratamiento. 

Teniendo en cuenta esto último ante todo, también es importante preservar y cuidar los aspectos psicológicos:

Problemas a tener en cuenta en la diabetes por edades:

En niños en edad preescolar (4-6 años) surgen nuevos problemas por la separación temporal de los padres al acudir a guarderías y por la necesidad de instruir en los cuidados elementales a los profesores y educarles para evitar actitudes de sobreprotección que resultan contraproducentes. 

En niños de edad escolar (6-12 años), las relaciones que se establecen con los amigos les pueden llevar compararse con sus compañeros que no tienen diabetes. Es necesario que en este momento se les ayude a desarrollar patrones de comportamiento que les faciliten la superación de esta etapa y la integración correcta en el grupo teniendo una adecuada imagen de sí mismo.

En la adolescencia (12-16 años) los cambios a nivel hormonal, psicológico y las relaciones sociales, dan lugar a una nueva etapa que puede tener muchos cambios y las responsabilidades que se les otorga a veces son superiores a su capacidad de adaptación. El progresivo incremento de los niveles de hormonas sexuales y los cambios a nivel corporal crean una insulino-resistencia que puede complicar los objetivos de un adecuado control metabólico y provocar inseguridad y sentimientos de culpabilidad en el paciente. Es frecuente entonces la aparición de trastornos del comportamiento alimentario, rebeldía ante la familia y actitudes negativistas que ponen en peligro el control glucémico. Es en esta etapa es muy importante que haya un buen equipo multidisciplinario de ayuda a la persona con diabetes, estableciendo una relación en la que prime la confianza mutua, la  información y la adjudicación de responsabilidad. 

En la juventud (16-20 años), una vez estabilizados estos cambios hormonales y psicológicos, suelen desaparecer los problemas del control diabético. Sin embargo, las exigencias académicas y/ o profesionales, las relaciones sociales y de pareja y las expectativas inciertas sobre el futuro pueden seguir complicando la situación si no se trabaja adecuadamente.

Implicaciones psicológicas de la diabetes

Las enfermedades crónicas como la diabetes tipo I, implican factores relacionados frecuentemente con el surgimiento de problemas en los pacientes, entre ellos: 

  • vivir con una enfermedad crónica debilitante y dolorosa
  • temor a la muerte 
  • necesidad de períodos de hospitalización 
  • cuidados diarios rutinarios 
  • pérdida de autonomía 
  • cambios en las relaciones familiares y sociales 
  • aislamiento real o imaginario 
  • perjuicio social


La condición de diabético supone además la exposición a otras fuentes adicionales de estrés, destacando como hemos dicho anteriormente: demandas diarias del tratamiento, exigentes conductas de autocuidado, constante revisión de los niveles de glucosa en sangre, inyecciones de insulina, presiones sociales si no se cumple con el tratamiento y cambios en la dieta alimenticia.

Algunos estudios muestran que los pensamientos que más suelen tener estas personas son: “me siento preocupado por las consecuencias que puede tener para mí ser diabético”, “el aspecto de mi tratamiento que me resulta más difícil cumplir son las inyecciones de insulina”, “me molesta tener que estar pendiente de la hora para cumplir con mi tratamiento”, “cuando conozco a alguien le digo que soy diabético”, “cuando asisto a alguna actividad social me disgusta que los demás sepan que soy diabético”. 

Por todo lo anterior, el diagnóstico puede ser un evento estresante para estos niños, jóvenes y sus familias, pudiendo dar lugar a la aparición de problemas psicológicos. Así pues, presentan mayor riesgo de: depresión, ansiedad, estrés y otros como afectación de la autoimagen y autoestima, trastornos de la conducta alimentaria y afectación en la autoeficacia y competencia social. Siendo la depresión el trastorno psicológico más común.

¿Cómo prevenir los anteriores riesgos?

Dependiendo de la edad del niño, el trabajo se hace en mayor medida con los padres o con ellos mismos. En niños pequeños se trabaja a través de y con los padres adquiriendo una buena educación diabetológica. Por lo que respecta a los adolescentes, es necesaria una educación diabetológica y otorgarles a ellos la responsabilidad de su cuidado y si es necesario, apoyo psicológico. 

Es importante que los niños y adolescentes tengan una buena adherencia al tratamiento médico, y para ello, es necesario cuidar desde casa y desde la escuela/ instituto la presión de grupo, los hábitos, hablar sobre el temor a los controles médicos, prevenir el comportamiento pasivo del niño respecto a la enfermedad (debe ser consciente de su responsabilidad en cuidarse), trabajar la asimilación y normalización y proporcionarle toda la información necesaria sobre lo que le sucede adaptada a su edad.

En el caso de los más pequeños, es importante tener en cuenta que dependen de los padres. Para manejar adecuadamente la enfermedad, los niños y adolescentes necesitan una atención y una supervisión continuada de sus padres, hasta que son capaces de reconocer ellos los síntomas y saben cómo actuar en cada situación. Esto supone en muchos casos una reorganización de la vida familiar. 

Según los estudios, hasta los ocho años aproximadamente, son más los padres los que se responsabilizan del cuidado de la diabetes, pero a partir de ahí, podemos ver que a medida que van cumpliendo años, los niños van adquiriendo una serie de responsabilidades respecto a su enfermedad.

¿Qué consecuencias tiene para la familia tener un hijo/a- hermano/a con diabetes?

  •  Cambios de actitud con el niño
  • Cambios en el tiempo dedicado al resto de la familia
  • Cambios en responsabilidades domésticas
  • Cambios en la alimentación
  • Cambio en las actividades

 Posibles consecuencias psicológicas para los padres:

Cuando los padres reciben un diagnóstico así sobre su hijo, al cual le desean una completa salud, puede aparecer ansiedad, miedo, incredulidad, pena, insomnio y pesadillas, síntomas somáticos, negación de la enfermedad, sentimientos de indefensión y pensamientos obsesivos sobre la causa y por tanto, sentimientos de culpa.

Es importante intervenir desde casa teniendo en cuenta los estilos parentales que se adoptan y no perder de vista que el niño y sus capacidades, sentimientos y personalidad no solo se definen alrededor de la enfermedad. Así pues, padres sobreprotectores, permisivos, autoritarios, negligentes o que no se ponen de acuerdo en la educación y cuidado de su hijo, puede perjudicar el bienestar del menor.

Entonces, ¿Qué se puede hacer desde casa?

  • Estar bien informado sobre la enfermedad, los síntomas, el tratamiento y las repercusiones que puede haber.
  • Normalizar entre todos los miembros la enfermedad.
  • Realizar los cambios que sean necesarios en la rutina para el bienestar de todos los miembros.
  • Trabajar la relación entre los miembros de la familia, cuidando que el resto de miembros sin la enfermedad se sientan apartados o menos cuidados.
  • Dotarse de estrategias para manejar el estrés y evitar que éste se contagie.
  • Favorecer la autonomía del niño, en función de la edad ir dándole más responsabilidad en cuanto a su enfermedad, para que tome conciencia de que se debe cuidar.
  • Comunicarse con un estilo asertivo y trabajar las habilidades sociales, identificar sentimientos y facilitar la expresión de emociones.

 Un niño con diabetes sigue siendo un niño, a partir de ahora con diabetes, pero no se ha convertido en un niño diabético. Es importante tratar con normalidad esta enfermedad y ver más allá de ésta teniendo en cuenta siempre su cuidado. 


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