Un impulso es la capacidad humana de llevar a cabo una determinada conducta por la simple expresión de realizarla. Muchos de los impulsos que se realizan son incontrolados y se llevan a cabo por el simple deseo de ejecutar una acción.
La pulsión es uno de los instintos más dañinos para el ser humano, se produce por la fluctuación de una gran excitación y tensión corporal que sale de forma descontrolada y que nunca queda satisfecha completamente. Freud fue uno de los primeros de hablar de este término, refiriéndose a el como el instinto sexual que no queda satisfecho, señalando que esta es la principal diferencia entre pulsión e instinto. Freud señala a su vez la existencia de la dualidad dentro de las pulsiones, las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte. Las de vida son aquellas que hacen referencia al establecimiento de los lazos libidinales (las pulsiones sexuales y de autoconservación), las pulsiones de muerte son aquellas opuestas a las de vida, que pretenden reducir de forma completa las tensiones corporales.
Laplanche la define como “proceso dinámico consistente en un empuje que hace tender al orgasmo hacia un fin”.
El objetivo de la pulsión es poner fin a dicha tensión corporal, dirigiendo su fuerza contra el objeto de deseo, pero dicha tensión no desaparece de forma completa, el sujeto no queda relajado ni satisfecho completamente.
Si, únicamente, observamos la agresividad a través de las manifestaciones de la pulsión solo, nos daremos cuenta de la parte real (la expresión de los deseos), pero es muy importante observar la expresión de la agresividad desde el punto de vista imaginario.
Jacques Lacan en 1936, menciono el estadio del espejo (basándose en los experimentos de Henri Wallon “test del espejo”, donde comparaba las respuestas de un chimpancé y un humano frente a su reflejo en un espejo. Las respuestas de un animal frente a su propio reflejo en el espejo son de curiosidad por la presencia de otro animal parecido a ellos, el ser humano, sin embargo se queda preso del júbilo. Es importante remarcar que los bebes no tienen conciencia de si mismos, y ante su imagen se muestran desconcertados y contentos, ellos sonríen y perciben como el otro humano (su propio reflejo que no reconocen) les sonríen, entablan de esta forma una relación de jubilo. A medida que el ser humano se relaciona con su medio y aprende de el, los procesos neuronales se tornan mas firmes y amplios, creándose de esta forma mayores y complejas conexiones neuronales que le permiten realizar actividades que antes no estaba preparado para ejecutar.
Por lo tanto, lo que Lacan llama “Estadio del Espejo” es un símil, tendiendo presente que para el bebe lo valido es la imagen que su madre le da de la realidad, es un estadio de narcisismo primario, se trata del deseo (pulsión) que el sujeto realiza sobre si mismo (sobre la imagen que su madre identifica sobre el). Lacan considera que la agresividad aparece de la relación ambivalente de amor-odio, deseo y necesidad al mismo tiempo. Considerando que la imagen propia es la deseada, la agresividad también se hace latente cuando estamos antes la presencia de la del semejante (entendiendo la imagen del semejante como la imagen que los demás tienen de nosotros mismos).
El YO se forma de la relación de mantener la falsa apariencia de coherencia y completad hacia los demás. Se puede concluir que Lacan postula que la agresividad es el resultado de la conjunción dicotómica entre lo real y lo imaginario, sin que lo simbólico entre en juego. Las tendencias agresivas de las personas se revelan en ciertos rasgos de personalidad, sin olvidar que la educación recibida por parte de los padres y la sociedad en la que se desarrolla juegan un papel primordial en la explosión de las tendencias agresivas del sujeto.
En la sociedad actual las penas o castigos por cometer un crimen no son saciantes, es decir, los sujetos cometen el acto delictivo y la pena que reciben no es un castigo moral como tal, no tiene la consecuencia de evitar que el criminal se plantee volver a actuar. Este hecho, se debe, principalmente, a que la circunstancia social de la actualidad libera la agresividad de los sujetos que revierte en la sociedad, es un bucle, la sociedad crea agresividad y recibe agresividad, por lo tanto las normas sociales establecidas no son suficientes para que el sujeto sienta compasión o arrepentimiento por el acto delictivo, ya que, la misma sociedad crea su ira.
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