Pedagogos, Psicopedagogos, Psicólogos, Maestros, Pediatras... Todos nos hemos encontrado que la mayor queja de los padres últimamente es: -Mi hijo no me obedece-.
Hemos avanzado en medicina, en investigación, en ciencia, en cultura... pero todo ello conlleva un lado negativo. Los juguetes de nuestros pequeños no son los mismos que hace 50 años. Actualmente no se conforman con jugar con una muñeca de trapo o con un coche hecho con una vieja caja de zapatos. Ahora, los niños desean consolas, ordenadores, muñecos que hablan, replicas de los dibujos animados.. Todo ha cambiado, no por ello tiene que ser mejor o peor.
La cuestión actual más complicada para la educación de un infante es que sus padres, ambos, trabajan y en muchas ocasiones los padres suplen esa falta de horas complaciendo los deseos de los niños. Debemos recordar que ante todo son niños, y hoy desean una cosa y al día siguiente se han cansado de esa cosa y desean otra totalmente diferente. Aún no han aprendido a valorar lo que cuesta, el trabajo y el sacrificio que deben realizar los mayores para poder conseguir esos caprichos. Pues bien, la clave está en hacerles darse cuenta de lo que cuesta ganarse las cosas que deseamos.
Siempre debemos tener presente que tratamos con niños y que no debemos hablarles como a un adulto, debemos emplear palabras sencillas y frases cortas que ellos puedan entender y captar. Si nuestro hijo es capaz de vestirse solo, de poner la mesa, de colocar los juguetes... bien, hagamos que todo esto lo realice solo, siempre bajo la supervisión de un adulto, y premiemos con refuerzos positivos las conductas realizadas correctamente. Si en alguna ocasión realiza o ejecuta la tarea mal, no debemos regañarle, debemos hacerle entender porque está mal, y reforzar de nuevo positivamente la actitud del niño cuando nos presta atención.
Reforzar positivamente; hace referencia a caricias, abrazos, besos, muestras de afecto y de cariño, empleo de palabras alentadoras y de apoyo. Todo esto posee más peso que un juguete nuevo, ya que de ese juguete se cansará cuando haya estado con el dos o tres semanas, de las caricias, de los besos, de la sonrisa de papá y mamá un niño nunca se cansa y aprende que cuando las cosas se hacen bien, o por lo menos se intentan hacer, la convivencia es más placentera y más divertida.
Al igual que los adultos a los niños también les gusta que les alaben y les recuerden lo bien que lo están haciendo, y de vez en cuando una recompensa ayuda a este niño a seguir adelante con su conducta, una recompensa que no debe ser inmediata a la realización de el hecho en concreto; es decir, si nuestro hijo recoge la habitación durante varias semanas sin que nosotros le hayamos dicho nada entonces podemos darle su postre preferido, o comprarle algún juguete. Pero esto no debe ser siempre, ya que como bien he dicho son como pequeños adultos, por ejemplo, si nuestro jefe nos dijera cada vez que terminamos un proyecto o alcanzamos un logro -Muy bien, así me gusta, siga así con gente como usted está empresa está salvada-, este simple gesto nos da fuerzas para seguir adelante, además de hacernos crecer como personas. Si al cabo de dos meses de hacerlo bien, nos regala un bolígrafo de plata, la recompensa será todavía mayor, ya que, además de no esperarnos dicha sorpresa nos ha reforzado cada vez positivamente. Si por el contrario, nuestro jefe llega a la oficina día tras día y nos regala a todos los empleados un bolígrafo de plata sin observar ni prestar atención a nuestro trabajo, esto nos motiva al principio, pero cuando se convierte en algo habitual ya pierde la emoción ya que hagamos lo que hagamos obtendremos el bolígrafo, por lo tanto no tenemos motivación y no trabajamos ni nos esforzamos por hacerlo bien.
Ser padres es la carrera más difícil del mundo, ya que nadie nace con un libro de auto instrucciones bajo el brazo. Ser padres se hace día a día, con el cambio que realiza diariamente nuestro hijo, nosotros aprendemos una forma de actuar o otra.